Un minuto con Dios

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Dios no puede ser más bondadoso con el hombre: le otorga tantos beneficios, le concede tantas gracias; realmente, Dios ya no puede hacer más por el hombre.
En cambio, el hombre ¡qué desagradecido suele ser con Dios! No solamente no le agradece lo que recibe de El, sino que incluso emplea los mismos dones de Dios para rebelarse contra El.

No podría quejarse de Judas, que tuvo tanto apuro por cometer su sacrilegio, que no tuvo paciencia para esperar a la segunda comunión, sino que ya en la primera comunión efectuó su primer sacrilegio.
Dios no pudo hacer más; el hombre no pudo hacer menos.

Dios no pudo dar más; el hombre no pudo responder menos.

Dios no pudo ofrecer más; el hombre no pudo rebajarse menos.

Pero Dios está empeñado en sacar luz de las tinieblas, Vida de la muerte, generosidad dé la negación; ojalá ahora Dios salga con la suya, y nosotros no salgamos con la nuestra.

“El que siembra escasamente, escasamente cosecha; y el que siembra a manos llenas, cosecha en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría” (II Co, 9, 6-7).

La medida de tu generosidad la tiene que dar tu corazón, tu amor a Dios; es regla de proporción directa: a mayor amor, mayor generosidad.

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