Un minuto con Dios

0:00

¿Te has fijado cómo se consume la vela? Da luz, disipa tinieblas, pero a costa de su propia existencia; se va consumiendo, deshaciendo, desapareciendo…

Cuan­to más luz da, menos le queda para ella.

Y cuando ya no puede ser útil, deja de existir.

Así tenemos que ser nosotros: debemos dar luz a costa de nuestra muerte total.

Este ha de ser nuestro programa de vida: dar la feli­cidad a los otros, aunque ello suponga que nosotros nos deshacemos y desaparecemos.

Cuando la madre da la vida a su hijo, pierde algo de sí; pero ella no desaparece del todo; queda en su pro­pio hijo; en su hijo cobra nueva vida, más joven, más llena de posibilidades.

Es hermoso llegar al final de la vida teniendo con­ciencia de que nos hemos consumido por el bien de los demás.

“Mediante una sola oblación ha llevndu a la perfec­ción para siempre a los santos” (Heb, 10, 14).

Llega­remos a la perfección si nos entregamos a los demás; pero también es cierto que la mejor forma de disponernos para entregarnos a los demás es trabajar por nues­tra perfección.

Tambien podria interesarte

0 comentarios

Popular Posts