David Aprende a Dirigir

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LA MADRE oyó a Rodolfo que lloraba en el patio de atrás. También oyó que David lo estaba embromando. Llamó a David y le preguntó por qué molestaba a Rodolfo.
-Pero, mamá, los otros chicos también lo haacen -explicó David.

-David, cuando juegas con los demás chicos,, ¿tienes que hacer lo que ellos hacen? -le preguntó.
-No, pero ellos son mis amigos, y yo quieroo hacer lo que quieren que yo haga -respondió David.
-¿Aun cuando lo que ellos quieren no esté bbien? -preguntó la mamá.

-Bueno... no -respondió David lentamente-. Pero, ¿cómo puedo conseguir que hagan algo diferente? -preguntó sorprendido.
-¿No puedes pedirles que lo hagan? -sugirióó la mamá.
-Podría. Pero si no quieren hacerlo, ¿acasoo debo ordenarles que lo hagan? Tú me enseñas que no debo dar órdenes -le recordó David a su madre.

-Hay formas de ayudar a otros a que hagan llo que está bien sin mandarles -dijo la mamá-. Puedes pedirles de buena manera que te acompañen a hacer algo mejor. Puedes retirarte cuando hacen algo que no debieran. Puedes mostrarles que hacen mal no juntándote con ellos. Puedes explicarles por qué algo está mal.
-Sí..., tal vez.., podría -dijo David-. Yo realmente no quería embromar a Rodolfo. Es un buen muchachito. ¿Puedo irme ahora? No lo molestaré más y procuraré también que Roberto y Matías dejen de hacerlo.

-Sí, tú puedes -lo animó la madre, y se queedó observándolo por la ventana.
David volvió con sus amigos. Matías blandía en el aire el caballito de juguete de Rodolfo.

-Matías, eso no te pertenece -le dijo Davidd.
-Yo estoy embromando -dijo Matías.
-No llores, Rodolfo -lo consoló David-. El te lo va a devolver.
-Rodolfo es un bebé llorón -se rió Roberto--. Míralo.
-Roberto, ¿recuerdas el día cuando Lorenzo nos quitó el barrilete? -le pregunto David.

-Sí, recuerdo -respondió lentamente Robertoo.
-¿Recuerdas Matías cómo nos sentimos? -pregguntó David volviéndose a su otro amigo, quien dejó de blandir en el aire el caballito de juguete de Rodolfo.
-Sí, pero nosotros no lloramos -le recordó Matías-.

-Nosotros éramos grandes para llorar, pero Rodolfo es chiquito. El no comprende que va a recibir de vuelta el juguete. ¿Por qué no se lo das? Realmente no es divertido hacer llorar a alguien, ¿no es así? -preguntó David.
-Muy bien. Nunca tuve la intención de guarddarlo -explicó Matías.
Yo sé, pero Rodolfo no lo sabía. Es un muchachito.

Roberto vio cuando Matías le devolvió el juguete a Rodolfo.
-No creo que debiéramos ser malos y molestaar con nuestras bromas a los muchachitos. A nosotros no nos gusta cuando Lorenzo y otros muchachos grandes nos embroman, ¿no es cierto?

-Claro que no -estuvo de acuerdo David. Loss muchachos se quedaron mirando a Rodolfo que salía al galope muy feliz con su caballito de juguete.
-Tal vez es como dice la regla de oro.,. quue debemos hacer a otros lo que queremos que los otros nos hagan a nosotros -dijo Matías.

-Claro que sí -afirmó David-. Vayamos ahoraa a buscar nuestras bicicletas.
La mamá de David observó a los muchachos. Se sentían felices. El pequeño Rodolfo estaba feliz. Ella también se sentía feliz porque su hijo estaba aprendiendo a ser un dirigente.


 Kathryn Sexton

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