Un minuto con Dios

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A veces nos quejamos de que nuestra vida está re­sultando monótona y sin proyección y quizá seamos nosotros mismos los culpables de ello.

En efecto, nos desubicamos, cuando pensamos que no está a nuestro alcance el hacer de nuestra vida algo maravilloso.

Piensa que nunca es poco, cuando lo que se da es todo lo que uno tiene.

No mires a lo que das, sino al corazón con que lo das.

Si lo que puedes dar es poco, ciertamente el corazón con que lo puedes dar nunca es poco.

El amor es el detalle de la fidelidad: la fidelidad es el amor en los detalles; y los detalles suelen ser pequeños y quizá pasan inadvertidos; sin embargo, en ellos consiste la perfección y en ellos hay que poner el amor, en ellos se debe vivir el amor, tanto el amor a Dios, como el amor a los hermanos.

“Tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser ser­vido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mt, 10, 45).

Y tú, como dirigente cristiano, has de cobrar conciencia de que estás para eso: para servir y no para servirte de los demás; para servirles a ellos y no para que ellos te sirvan.

Si esto lo tienes muy presente, cambiarán muchas de tus actitudes.

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