Un minuto con Dios

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Sin la constancia, ninguna virtud es grande.

Esta es la gran diferencia: los héroes y los santos perseveraron en sus propósitos, mientras que nosotros hacemos los mismos propósitos que ellos, perono perseveramos en su cumplimiento como ellos perseveraron.

Nosotros empezamos con muy buena voluntad, a veces hasta venciendo no pocas dificultades; la cosa “pinta muy lindo”.

Pero a poco de comenzar, vamos cediendo en intensidad, luego perdemos ilusión y al fin abandonamos definitivamente.

¡Fue una lástima! ¡Prometía tanto! ¡Esperábamos tanto!

Al fin, nos quedamos sin nada. Y comenzaremos de nuevo, para luego volver a dejar otra vez.

Realmente, sin la constancia ninguna virtud es grande.

“Persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste” (II Tim, 3, 14).

Aquello que el Señor te dio a conocer en el día bendito de tu Cursillo, de tu Retiro, de tus Ejercicios, de tu encuentro con El, todo aquello, no lo olvides; mantenía en lo más profundo de tu ser, puede consti­tuirse para ti en fermento que dé sentido a tu vida.

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