Un minuto con Dios

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Si piensas de ti que no eres muy bueno, estás en dis­posición de llegar a serlo; si juzgas que no es tanto lo que vales, ya está aumentando tu valer.

Si alcanzas esa disposición para mejorarte y supe­rarte, ya estás en buen camino; si estás en buen cami­no, ten paciencia, que tarde o temprano llegarás al término que te propones.

Si eres bueno de verdad, nunca sospecharás de que alguien sea malo; si lo ves malo, sabrás interpretarlo y excusarlo; lo atribuirás a cien circunstancias, pero nunca a maldad; siempre sabrás ver en su fondo una disposición para la bondad.

Si eres malo, te resultará muy difícil convencerte de que alguien pueda ser bueno de verdad.
Todo es del color del cristal con que se mira; si tu cristal está lim­pio, todo lo verás limpio; si el cristal está empañado, todo se te presentará opaco y sin brillo.

Ya es hora de que llegues a convencerte de que el principal enemigo que tienes eres tú mismo, lo llevas en tu interior.

“Buscad a Yahvéh, vosotros todos, humildes de la tie­rra, que cumplís sus normas; buscad la justicia, buscad la humildad” (Sof, 2, 3).

“Así dice el Excelso y Subli­me: .. .En lo excelso y sagrado Yo moro y estoy tam* bien con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados” (Is, 57, Jf5).

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