El alcoholismo infantil y juvenil

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Aunque se sigue utilizando el término alcoholismo, los especialistas hablan de «enfermedad alcohólica» cuando se dan las siguientes condiciones: existencia de adicción al etanol y pérdida de control sobre el uso de bebidas alcohólicas, ya sea respecto a la posibilidad de dejar de beber como de hacerlo sólo de manera moderada. En la base de las dos condiciones referidas existe una dependencia fisiológica.

El alcoholismo no limita su problemática a lo estrictamente individual y psicológico, sino a la manera en que afecta al ámbito social en que se inserta el sujeto que padece la enfermedad alcohólica. Por tanto, siendo graves las consecuencias que esta enfermedad comporta para el propio sujeto, no lo son menos los problemas que acarrea a la sociedad, que acompaña al alcoholismo y forman parte sustancial del propio trastorno.

Factores desencadenantes

    No se ha podido probar un posible factor de herencia biológica, aunque sí puede decirse que se aprende a ser alcohólico, imitando competiciones estúpidas entre adolescentes o entre adultos que desempeñan el papel de duros. Se trata de averiguar «quién aguantará más tiempo» bebiendo, para probar a los demás y a sí mismo que se es «un hombre».

    Es mucho más frecuente en hombres que en mujeres, aunque en la actualidad la cifra aumenta progresivamente, cada vez son más las mujeres alcohólicas.

    Se apuntan varias causas sobre este incremento del alcoholismo en la mujer. Unas se refieren al hecho de alternar y copear de manera más frecuente al haber accedido la mujer a puestos de responsabilidad junto al varón. Otras ponen el acento en la situación de soledad en que se encuentran muchas mujeres en el hogar al llegar a una edad en que los niños ya no las necesitan tanto y el marido está ocupado en su trabajo demasiadas horas.

    No se conoce un perfil claro de factores psicológicos que dé una personalidad emparentada con el alcoholismo; sin embargo, sí se puede afirmar que el bebedor tiene tendencias depresivas y eufóricas alternativas y muy bruscas, es casi siempre muy inmaduro y dependiente, con una baja autoestima y acusados rasgos de infantilismo. Por no llevar la contraria a los compañeros y no ser considerado «poco hombre», muchos adolescentes se hacen los machos y empiezan a beber hasta caer en el alcoholismo.

    Los factores sociales ya han quedado apuntados en perfecta interacción con los psicológicos. El tímido, el apocado, el indeciso, no es capaz de abrirse camino en la sociedad, de presentarse ante los demás si no es estimulado por grandes dosis de alcohol ingeridas en un breve espacio de tiempo.

En gran peligro

Por lo demás, como no hay festejo o reunión familiar o de otro tipo que no se celebre si no es con alcohol, este se ha convertido en una necesidad como facilitador de las relaciones humanas. A mi juicio, ahí se encuentra uno de los mayores peligros.

El abuso ocasional o esporádico del alcohol produce la embriaguez común o borrachera por un estado de intoxicación aguda. Según el grado de intoxicación, se observan distintos síntomas que se presentan gradualmente:

Primera fase: sensación de euforia, locuacidad, extroversión, búsqueda de contacto afectivo, disminución del autocontrol. Aparecen las faltas de respeto y las indiscreciones.

Segunda fase: aliento alcohólico, enrojecimiento del rostro y de la conjuntiva del ojo, pupilas dilatadas, náuseas, vómitos, descoordinación motora (tambalearse), temblores, pronunciación torpe, disminución de la agudeza sensorial y reflejos, irritabilidad y desmadres en cualquier aspecto.

Síndrome de dependencia del alcohol es el consumo abusivo asociado a la dependencia en su vertiente física y psíquica. Conlleva la noción de pérdida del control sobre el alcohol y la compulsión o deseo irrefrenable a beber. A medida que se acentúa el síndrome de la dependencia del alcohol se observa lo siguiente:

    Adquisición de conductas ritualísticas en la forma de beber. El beber deja de ser acto libre. Ahora se bebe por cualquier motivo o sin motivo.
    Aumento de la tolerancia a un consumo cada vez mayor de alcohol.
    Aparición de síntomas de abstinencia, náuseas matinales, alteraciones del sueño, inestabilidad motora, alucinaciones y deliriums.
    Ingestión de alcohol por la mañana (como desayuno) para evitar y prevenir las desagradables molestias del alcoholismo, que es ya crónico.

Secuelas físicas

Son todas aquellas alteraciones que el alcohol va produciendo en órganos y tejidos de manera progresiva.

    Ulcera gastroduodenal. Desde que se empieza a abusar del alcohol y a partir de la gastritis inicial se llega hasta la úlcera.
    Disminución progresiva de las células sanguíneas, afectación de la médula ósea, anemia, etc.
    Posibles lesiones (no tan seguras) como endocarditis, diabetes, pancreatitis, etc.
    Cirrosis hepática que termina siendo la primera causa de muerte en casi todos los alcohólicos crónicos.

Tratamientos

Evidentemente, el tratamiento se ha de adecuar a cada caso en particular. La primera medida ha de ser prevenir. Cuanto aquí decimos lo hacemos con clara intención de que los padres y adolescentes conozcan las causas y los efectos del alcoholismo y eviten por todos los medios caer en él.

Si el alcoholismo es grave se impone rápidamente la hospitalización.

Los clubes de alcohólicos anónimos son muy recomendables y siempre se ha de potenciar la curación con el tratamiento psicoterapéutico (psicólogos psiquiatras).

Las técnicas de modificación de conducta, que consisten básicamente en la creación condicionada de estímulos aversivos al alcohol están resultando muy eficaces.

Los programas preventivos del alcoholismo tienen dos objetivos:

    Controlar la oferta de las bebidas alcohólicas, luchando contra intereses económicos y de otro tipo que dificultan el control.
    Propiciar la acción de la educación sanitaria, extensible también a la escuela, la familia, la empresa, etc.

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